sábado, 5 de diciembre de 2015

20D: ARRANCA LA CAMPAÑA CON EL CIS COMO PROTAGONISTA

Por fin ha comenzado oficialmente la campaña para las elecciones generales del 20D. Digo por fin porque llevamos meses en precampaña. Desde el viernes los líderes políticos ya pueden pedir el voto directamente en las calles, en los mítines, en la televisión, ya sea cocinando con Bertín Osborne o ante un atril en un debate a tres o cuatro, según se anime o no el PP a participar. Qué entretenido todo. Qué ganas de que llegue el 20 de diciembre para saber cómo va a quedar el Congreso de los Diputados y, por qué no decirlo, también el Senado. 
Una cosa ya podemos anticipar. Y es que no habrá mayoría absoluta de ningún partido, según todas las encuestas. Bien, creo que es una buena noticia para la salud democrática de este país que tanto ha sufrido en los últimos cuatro años el absolutismo popular. 
Los sondeos, como dije en una entrada anterior del blog, se suceden y, según quién los haga, beneficia a unos o a otros. Así que vaya por delante que las encuestas son sólo eso. Los resultados, al final, serán los que salgan de las urnas el próximo domingo 20 de diciembre. 
De entre todos los estudios, el del CIS es el que más repercusión tiene. Y en esta ocasión ha sido el que ha dado el pistoletazo de salida a la campaña electoral. El día antes de que ésta comenzara, se hizo pública la encuesta sobre intención de voto realizada por el organismo oficial entre el 27 de octubre y el 16 de noviembre. 
¿Y qué es lo que dice el CIS?  
Dice que el PP de Mariano Rajoy ganará las elecciones. La verdad, no puedo entenderlo ¿Después de estos cuatro años de recortes a costa de los trabajadores, de una reforma laboral brutal que ha convertido los sueldos en subsidios y ha fomentado la precariedad en el empleo, después de cuatro años de mentiras y va a continuar siendo el partido más votado? No lo comprendo. Al menos, me consuela saber que no obtendrá mayoría absoluta, si se confirma el resultado, ya que los populares pasarían de 186 diputados que tienen en la actualidad a 120-128. 
La segunda reflexión es que el PSOE de Pedro Sánchez sigue en caída libre. Según el CIS, los 110 diputados actuales se quedarían en 77-89. Esto sí que es para echarse a temblar porque, de nuevo, sería el peor resultado de la histórica formación. En el partido, los datos han sido recibidos como un jarro de agua helada, no fría, helada. Este partido, que desde el año 2008 ha ido perdiendo apoyos entre los votantes, eligió un secretario general cuyo tirón es más que dudoso. Y eso que Sánchez aparece como el  segundo líder mejor valorado, detrás del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera.
Creo que el PSOE lleva años equivocándose. Primero, al hacer una renovación entre sus filas que ha dejado fuera a personas muy válidas, políticos de toda la vida cuya experiencia y compromiso con los principios socialistas eran perfectamente compatibles con los nuevos tiempos. Segundo, por su indefinición en asuntos importantes, como el tema catalán, por citar el más actual (Así le ha ido al PSC en las elecciones autonómicas). Y tercero, por sus discursos vacíos de contenido, y en este punto, tengo la impresión de que Sánchez es el principal responsable. Está claro que no acaba de transmitir ilusión ni resulta creible. Sus intervenciones, al menos a mí, no me dicen nada.  
El PSOE, además, tiene en contra la aparición de dos partidos que buscan ocupar parte de su espacio político: Ciudadanos y Podemos. 
En el caso de Ciudadanos, el partido que se autodefine de centro, el sondeo del CIS le da entre 63 y 66 escaños. Su presidente, Albert Rivera, es el líder mejor valorado por los encuestados y no se cansa de decir que él no es ni de derechas ni de izquierdas, que lo suyo es una nueva forma de hacer política basada en la regeneración política y democrática de España, que quiere poner en marcha una segunda transición en la que la sociedad civil sea la protagonista. Lo hará o no, pero es incuestionable que Ciudadanos es la única fuerza política que aumenta en intención de votos, mientras el PP se ha estancado y el PSOE, como he dicho sigue en caída libre. 
Al PSOE también le intenta comer terreno Podemos, el partido de Pablo Iglesias que sorprendió en las elecciones europeas y que ha ido perdiendo fuerza y apoyos. Y es que, claro, cuando uno se presenta poco menos como el partido de la revolución, el partido que va a poner a los ricos en su sitio y va a dar a todos los ciudadanos una renta básica universal, sin contar de dónde va a sacar el dinero para hacerlo, pues pasa lo que pasa. Aún así, es importante la presencia de Podemos en el Congreso que, según el CIS, contará entre 23 y 25 diputados.
Así que al PSOE, entre sus errores internos y los partidos nuevos, se le presenta un panorama complicado desde el punto de vista electoral el próximo día 20. Al PP no le pasa porque la derecha, la extrema y la menos extrema, se aglutina dentro de sus filas y no tiene que competir con nadie. 
Por otro lado, me parece interesante también destacar que, según el CIS, aún hay un 41, 6 por ciento de personas que no saben a quién van a votar. Los partidos se volcarán estos quince días de campaña en tratar de convencer a estos indecisos, pero harían bien en preguntarse qué están haciendo mal para que haya un porcentaje tan alto de ciudadanos que, a un mes de las elecciones, no sabe a qué partido va a votar. Muchos ni siquiera votarán. No olvidemos que la abstención ha aumentado en los últimos años, pasando del 26,5% en las elecciones de 2008 al 29,14% en el año 2011. 
Nos esperan días intensos de políticos prometiendo bajada de impuestos, ayudas, creación de empleo, vivienda para todos, educación de calidad, sanidad pública y sin listas de espera, etcétera, etcétera, etcétera. 
Propongo que sea obligatorio cumplir al menos el 50 por ciento del programa electoral, y penalizar al partido del gobierno que, al cabo de cuatro años, se haya saltado a la torera esos objetivos. Para que no valga todo, para que no venga un señor y al día siguiente de ganar las elecciones haga todo lo contrario de lo que dijo que iba a hacer. Y no miro a nadie, señor Rajoy.


Imagen del hemiciclo del Congreso de los Diputados.






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