domingo, 12 de julio de 2015

UN VERANO CALENTITO Y UN RECUERDO MUY ESPECIAL

Ha sido 'desparecer' unas semanitas huyendo del sofocante calor y al reaparecer me encuentro con que el PP ha cambiado de logo. Un círculo con un azul más intenso, muy al estilo Partido Demócrata de los Estados Unidos. Vamos, que los creativos se debieron devanar los sesos a la hora de copiar un logo, decantándose finalmente por el del partido de Obama. Los demócratas tienen un burro en su logo y los populares un ave. Y digo un ave porque también me acabo de enterar de que lo que todos creíamos que era una gaviota, la famosa gaviota del PP, resulta que es un charrán. Reconozco que he tenido que acudir al diccionario para saber qué es un charrán. Para los que no lo sepan, es una 'golondrina de mar de mediano tamaño' que 'habitualmente se puede observar en España'. 
De modo que el PP ha encerrado al charrán en un círculo y ha intensificado el azul. Qué alarde de modernidad. Ese es el principio del cambio. Nada de gaviotas carroñeras, fuera el azulón ese ñoño. El círculo y el charrán. Ahí es nada. Este nuevo logo se ha hecho público después de los pequeños cambios en la dirección del partido en los que cobran protagonismo las caras jóvenes al estilo Ciudadanos y Podemos. En el Gobierno, al final, como era de esperar, un retoque sólo en el Ministerio de Educación. Wert por Méndez de Vigo. Y ya, que las elecciones son en otoño. 
Con el nuevo logo y las jóvenes promesas o no tan jóvenes al frente del partido, el PP ha celebrado este fin de semana una conferencia política en la que se ha respirado buen rollo. Cifuentes arrebatando el protagonismo a Aquirre y presentada oficiosamente como la nueva lideresa del PP de Madrid, y presentación de las líneas básicas del programa con el que se presentará el partido de Rajoy a las elecciones generales. Se lo podían haber ahorrado, la verdad. Hace cuatro años el Gobierno del mismo Rajoy incumplió el programa desde el minuto uno.
Me he encontrado también con que a la izquierda le siguen saliendo nuevas formaciones políticas. Como en otoño los cogumelos, en este país cuando menos te lo esperas te encuentras con un nuevo partido de izquierdas. El último en presentarse en sociedad se llama Decide en Común. También, muy original, vamos. (Barcelona en Comú, se llama la formación con la que ganó Ada Colau la alcaldía de la Ciudad Condal). 
Alberto Sotillos es el impulsor de esta nueva formación de izquierdas con la que pretende la "convergencia con otros partidos de izquierdas". Desencantado con el PSOE, del que fue militante, Sotillos ha recibido ya una de cal y otra de arena. Mientras el dirigente de IU, Alberto Garzón, ha dicho que le parece una buena idea, Pablo Iglesias ha puesto el grito en el cielo. El líder de Podemos está que trina. Yo le entiendo, la verdad. Iglesias y sus colegas montaron esto de Podemos a partir del 15-M como una formación nueva, participativa, alejada de los tics encorsetados de los partidos de la casta. Luego ha resultado menos participativa y el ordeno y mando parece que se va imponiendo con el consiguiente malestar en sus filas, pero ese otro tema. Iglesias está trabajando duro para acabar con IU y evitar así la dispersión del voto de izquierdas. Podemos, bastante tiene con el giro a la izquierda que pretende dar el PSOE para recuperar votos como sea. IU se revuelve como gato panza arriba y está dispuesta a coaligarse con quien sea, siempre que sea de izquierdas, para no desaparecer. Y ahora llega Sotillos con una nueva plataforma, formación o partido, que aún no tengo muy claro qué es, para aunar a los desencantados de los partidos de izquierdas. Los votantes de izquierdas cada vez tienen más donde elegir. Y de aquí a las generales aún pueden salir uno o dos partidos más. Quién sabe. 
No es por nada, pero en esta carrera electoral, el que parece ir más a lo suyo, sin sobresaltos, es Ciudadanos. Como era de esperar, su presidente Albert Rivera, acaba de ser proclamado candidato a la Presidencia del Gobierno. Ciudadanos sigue con su discurso de centro, sin meterse con nadie, esquivando los ataques de uno y otro lado, ajeno a los líos de la izquierda y a los intentos de la derecha para recomponerse a tiempo. 
Entre unas cosas y otras el verano se nos ha echado encima. Un verano sofocante en la mayor parte del país. Un verano políticamente calentito. 

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En este día de julio de altas temperaturas, mientras escribo esta crónica no dejo de tararear alguna canción del disco 'Las diez de últimas', de Javier Krahe. El músico urbano que desconfiaba de la clase política, en general. Poeta, trovador, libre, entrañable, humano, divertido, mordaz. Nos queda su voz rota, su música, sus letras, su poesía y su brillante ironía. Nos queda él. 
Siempre, Javier Krahe.