La XI Legislatura ha comenzando renqueante, a paso de
tortuga, sin saber cuándo se celebrará la apertura solemne y, mucho menos,
quién será el candidato que se presente en el hemiciclo para ser investido
presidente del Gobierno. No hay plazos y después de lo ocurrido este viernes,
todo apunta a que seguiremos en "funciones" unas cuantas semanas más.
El viernes fue un día de sobresaltos, sobre todo para
el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que no imaginaba que Mariano Rajoy y Pablo Iglesias le iban a dictar su agenda.
Cuando Pablo Iglesias fue recibido por la mañana por
el rey Felipe VI en Zarzuela, algunos diputados de Podemos se limitaron a decirnos a los periodistas, sonriendo de forma enigmática, que "habrá sorpresas", como así fue. La rueda de prensa de Pablo Iglesias, rodeado por sus
más allegados, no dejó indiferente a nadie. "Le he
informado al rey de mi oferta de formar un gobierno de coalición con el PSOE
donde Pedro Sánchez sea presidente y yo vicepresidente". Vaya, pensé, este
va a por todas. Entonces siguió hablando y en el momento en el que comenzó a
enumerar los ministerios que exigía Podemos - Economía, Defensa,
Exteriores, Interior y uno nuevo de Plurinacionalidad - supe que estábamos ante
una propuesta trampa. Podemos, en realidad, no quiere un gobierno de coalición,
quiere que se repitan las elecciones. Hace una propuesta imposible que Sánchez
no puede aceptar ni en sueños, y el partido morado queda como Dios ante los
electores de izquierdas porque es el PSOE el que ha rechazado formar un
gobierno de progreso, defensor de los derechos sociales, que sólo Podemos
representará el Gobierno que saldría de unas nuevas e hipotéticas elecciones generales. Y es que,
además, esta propuesta tramposa se presentó públicamente en rueda de prensa en
el Congreso, sin que el propio Sánchez, que es a quien iba dirigida, supiera
nada al respecto. Pablo, que ha vuelto a demostrar que es el rey del marketing, aprovechó
para dejar nuevamente claro que desprecia a Sánchez porque no es esta la mejor
manera de iniciar un diálogo, salvo que en el fondo no se quiera ese diálogo,
que es lo que yo creo; porque no se puede hablar de quien quieres que sea tu
interlocutor en los términos que utilizó Iglesias cuando dijo algo así como que
Sánchez, si llega a presidente "será una broma del destino que deberá
agradecer siempre" a él, claro, a Pablo Iglesias; porque no se puede
ofrecer un pacto llevando ya medio gobierno hecho a un futuro presidente que, según la
Constitución, es quien propone a los miembros de su gabinete; porque no se
puede ir de sobrado, exigiendo también la entrada en el Gobierno de Alberto
Garzón, de Izquierda Unida. Desprecio y falta de cortesía hacia un Pedro
Sánchez que, será lo que sea y nos gustará más o menos, pero ni él ni el PSOE
se merecían tal falta de respeto. Pablo se fue como entró de la sala de prensa, con su
sonrisa de suficiencia, junto a sus "ministrables".
Todos esperábamos que llegara Pedro Sánchez de su
audiencia con el rey, expectantes ante la reacción que tendría el líder del
PSOE a una oferta de la que se enteró por el propio Felipe VI. "He salido
y me encuentro que ya tengo medio gobierno hecho", ironizó. Poco más dijo el dirigente socialista, que aunque dijo que no estaba descolocado se le veía bastante descolocado y se limitó a decir que "es el tiempo de
Rajoy", "es Rajoy quien debe intentar buscar los apoyos y presentarse
a la sesión de investidura" y "si fracasa, entonces dialogaré con
todos los partidos, sin excepción" para intentar obtener los apoyos
"que me permitan salir investido". Estaba claro que Sánchez lo que
buscaba era tiempo para acercar posiciones con Podemos, con Ciudadanos, con
todos menos con el PP, para que tras el fracaso de Rajoy en la investidura, él
pudiera garantizar una mayoría necesaria que le convierta en el presidente de
la XI legislatura.
Pero entonces, por la tarde, ya a última hora, sale
Rajoy de su audiencia con el rey. Y es la propia Casa Real la que informa en un
comunicado de la decisión del presidente en funciones de "declinar"
presentarse a la investidura. ¿Para qué se va a presentar si no tiene el apoyo
de ningún grupo? ¿Para qué se va a presentar si hay una oferta sobre la mesa de
Podemos para formar gobierno con el PSOE? La oferta de Iglesias a Sánchez fue
la salvación de Mariano, la excusa perfecta para no tener que presentarse, para
no tener que salir escaldado de una sesión de investidura en la que todos
querían darle un revolcón, incluidos algunos de su propio partido. Lo más
llamativo de todo es que el líder del PP dice que no se somete a la sesión de
investidura "por el momento", que seguirá buscando apoyos. Rajoy no
deja de sorprenderme. En realidad lo que yo creo que quiere decir el presidente
del gobierno en funciones es: "que se queme Sánchez primero y luego ya
veremos si cambian las cosas y puedo presentarme yo, o vamos a elecciones
anticipadas". Otro al que la idea de repetir en las urnas no le desagrada
porque sabe que muchos votantes enfadados del PP volverán al redil ante la
situación de inestabilidad o la posibilidad de que Iglesias sea vicepresidente
del Gobierno. Así que imagino a Rajoy feliz ayer al escuchar a Iglesias;
imagino a Rajoy diciendo "chúpate esa Sánchez; querías tiempo, pues no te
lo veo y dar".
Dicen que en la calle Ferraz, la sede central del PSOE
en Madrid, el estupor y la incredulidad invadieron todos los despachos ante los
órdagos de Iglesias, primero, y de Rajoy, después. Me lo creo porque fue como si Sánchez hubiera sido arrollado por el tren Iglesias por la mañana y cuando al
cabo de unas horas ya se estaba levantando le arrollara el tren Rajoy. Sánchez, cuya situación no envidio, recibió ayer un whatsapp de Iglesias: "Pedro, tenemos que hablar sobre mi propuesta de
Gobierno". Esto es como cuando en las parejas una de las partes tiene algo
que decir que sabe que no le va a gustar a la otra parte; “tenemos que hablar”
es una frase que asusta un poco. Parece ser que Sánchez le dijo que sí, que
hablarán por teléfono pero que todo a su tiempo, que era el momento de Rajoy.
Eso fue antes de que Rajoy hiciera su triple mortal con tirabuzón y cayera de
pie.
Pedro, que debe de estar que echa humo tratando de buscar una salida
airosa a toda esta complicada situación en la que le han puesto unos y otros,
hoy mismo ha llamado por teléfono a Albert Rivera, presidente de Ciudadanos,
con quien ha mantenido una conversación, una primera toma de contacto para ver
si acercan posiciones. Empieza así un intenso proceso de
conversaciones entre los partidos, una semana en la que habrá que estar al tanto de cada movimiento.
A todo esto, el miércoles, de
nuevo, el rey comenzará otra ronda de contactos con los líderes de los
partidos con representación parlamentaria para saber a quién apoyarán en la
sesión de investidura. Se supone que, para cuando finalicen los encuentros, podrá proponer un candidato a la Presidencia del Gobierno. Podría ser que, Rajoy, para entonces, ya haya logrado los apoyos suficientes y le diga al rey que, sí, que esta vez sí aceptar ser candidato. No es muy factible pero tampoco imposible. Puede ser que sea Pedro
Sánchez quien sepa ya si cuenta con los votos suficientes para someterse a la investidura y formar un gobierno monocolor, bicolor, multicolor, con
Pablo Iglesias de vicepresidente o un vicepresidente socialista, y con ministros
ya decididos desde Podemos que incluyan el de Plurinacionalidad o ministros sólo del partido del propio Sánchez. No veo yo al
PSOE en la tesitura de tragar con las exigencias de Podemos. Al menos, no al PSOE actual; a otro en el que no estén los barones
ni Susana Díaz, igual sí. Pero esa es otra historia.
Pedro Sánchez.